domingo, 26 de julio de 2009

MIEDO

"Hoy, tengo miedo", dijo el hombre."No debería sentir esto, pero es así. Siento que estoy frenando, descendiendo, aquietándome, inquietándome lentamente por dentro".
Se acercó al fuego que crepitaba en la cueva del ermitaño.
"No debería, pero pasa" continuó cavilando "Parece un infierno".

"Me estanco, me deprimo" dijo a media voz, pero resonó en toda la cavidad. El ermitaño entonces salió desde las oscuridades más profundas, con un bastón curvo y tosco que machacaba entre las piedras. Tenía una mirada espantosa, arrugada, severa, sabia, centenaria. Unos ojos nocturos, profundos, solitarios que se alzaron de golpe y observaron pacientemente al ser humano. Éste se asustó, y retrocedió unos pasos.
¿A dónde vas?le preguntó con voz quejumbrosa. ¿A dónde vas?
El hombre se detuvo bruscamente y se sintió avergonzado. Luego levantó la vista y la mirada del anciano se conectó con la suya.
"¿A...a...a dónde voy? Es fácil...voy a...yo voy a..." El hombre se sintió confundido y se tomó la frente.
"¿ Qué haces aquí? ¿qué buscas?" inquirió nuevamente el ermitaño.
"Yo se...yo busco...estoy aqui porque yo..." las palabras salían con dificultad, se sentía perdido y confundido.
El ermitaño se acercó lentamente y observó el fuego. No dijo nada. Siguió un prolongado silencio, muy prolongado, sólo se escuchaba el movimiento del fuego, cuyas lenguas provocaban sombras escurridizas sobre las paredes.

"Tengo miedo", confesó el hombre y se dejó caer abatido. "Tengo mucho miedo"
Comenzó a llorar deseperadamente y se acurrucó en posición fetal mientras las lágrimas corrían sin fin. El ermitaño continuaba en silencio, impasible.

"Hombre, no sabes a dónde vas" dijo finalmente. "Tus pies caminan, pero no tienen objetivo. tu boca habla, pero no comunica, Tus orejas oyen, pero no escuchan. Tu corazón está vivo, pero cerrado. Ábrelo, descúbrelo, exhórtalo, ámalo, despliégalo, sonríele, lánzalo al mundo, hazlo caminar, deslízalo, corríjelo, márcale caminos, desabróchalo, incrépalo, despiértalo, haz que sueñe, haz que piense, haz que viva, haz que se enfrente, con coraje, sin perder la humildad, enróscalo a tu pecho, enséñale una compañera, vívelo y vivirás".

Luego de decirle esto, se marchó lentamente hasta perderse en la profunda oscuridad de la caverna. El fuego descendió. Esta vez el silencio sólo quedó interrumpido por unos leves latidos de corazón.


(Este pequeño relato de mi autoría :P jeje está dedicado a todos aquellos que como yo tenemos a veces mucho miedo. Suerte!)

1 comentario:

Anónimo dijo...

hermoso pasaje. gracias por la dedicatoria. besos.